La libertad en Ecuador bajo asedio

Las argumentadas denuncias de ilegalidad y fraude del referendo en curso son de conocimiento público, asi como el hostigamiento y salvaje acoso de quienes osen oponerse a un proyecto viciado de irregularidades. Tanto la libertad económica como la libertad religiosa se encuentran amenazadas. Revisando mi correo electrónico me encuentro con un reporte de noticias de la semana que me hace llegar HACER. En el mismo aparece un interesante artículo disponible en el Acton Institute del cual he hecho una traducción que pongo a disposición del estimado lector. El original puede leerlo haciendo click en el siguiente título en inglés. Ecuador: Freedom under Siege.

Ecuador: libertad sitiada
por Samuel GreggActon Institute
Septiembre 3 de 2008

Una vez más, la izquierda populista de América Latina ha demostrado que entiende que dos libertades deben ser radicalmente cortadas antes de que se pueda poner en práctica el «socialismo del siglo 21» (lo que sea que esto signifique): libertad religiosa y libertad económica.

Los referendos constitucionales suelen ser insípidos, incluso aburridos. A veces es un reto el sólo conseguir que la gente vote.

Nada de esto, sin embargo, parece cierto en el próximo referendo del 28 de septiembre en Ecuador. Después de muchos agrios debates, esta hermosa pero profundamente agitada nación latinoamericana está siendo llamada a aprobar una Constitución gigantesca (contiene 444 artículos), como parte del esfuerzo del Presidente Rafael Correa de cambiar Ecuador a su propia imagen de izquierda.

En lugar de servir para proteger derechos fundamentales civiles, religiosos y la libertad económica, la Constitución propuesta por Correa hace totalmente lo contrario.

Por una parte, muchas de sus disposiciones disminuirán la empresa privada y el libre intercambio, en teoría y en la práctica. Declara, por ejemplo, que la economía de Ecuador será “social y solidaria.” Este es un lengüaje en clave para priorizar a empresas controladas por el Estado por encima de la empresa privada.

La misma Constitución también garantiza a todos los ecuatorianos “el buen vivir.” No se explica con presición cómo se llevará a cabo eso en un país donde el 39 por ciento de las personas viven en la pobreza. Tal vez el presidente asume que el aumento en su Constitución del lugar ya desde antes predominante del Estado en la economía, creará milagrosamente abundante riqueza para todos.

Los regímenes populistas de izquierda y derecha a veces intentan hacer realidad este objetivo a través de la manipulación de la oferta de dinero, haciendo caso omiso de las consecuencias inflacionarias. La nueva Constitución de Correa le dará esta opción porqué coloca al Banco Central del Ecuador bajo su control directo. Todas estas medidas, Correa dice, impedirá que el “neoliberalismo” – el cual, como es habitual, sigue siendo indefinido – se acentúe en el Ecuador.

Como en el caso de otros gobiernos latinoamericanos de izquierda, la principal oposición a la Constitución de Correa –al final en todas las constituciones- proviene de la Iglesia Católica. Con toda razón, los Obispos Católicos del Ecuador dicen que la Iglesia no tiene modelos económicos que ofrecer. Su trabajo es salvar almas –no la organización de una economía. Los Obispos están, sin embargo, profundamente preocupados de que el proyecto de Constitución abra la puerta hacia ataques directos a la vida humana inocente, el matrimonio y el derecho de los padres a educar a sus hijos como ellos crean conveniente.

Pero los Obispos van al meollo del asunto cuando escriben: “Descubrimos que el estatismo parece ser un hilo conductor de la nueva Constitución. En ella se habla, por supuesto, de derechos; pero muchos de estos derechos fluyen del Estado, violentando así la creatividad y responsabilidad de las personas y de la sociedad”

El Estado, los Obispos saben, simplemente reconocen los derechos humanos. No los crea.

La Iglesia ha sido cuidadosa de no expresar sus preocupaciones sobre el creciente estatismo en el Ecuador en términos político-partidistas. Pero incluso este enfoque cauteloso, al parecer, ha sido suficiente para remover la hasta ahora dulce fachada del Presidente Correa.

Se ha revelado como un enojado anticuado anti-clerical cristiano-izquierdista del tipo más familiar con la teología de la liberación que con la doctrina cristiana ortodoxa. Hasta hace poco, Correa gustosamente clamaba ser el único líder latinoamericano de izquierda que tenía una buena relación con la Iglesia Católica.

Ese ya no es el caso.

Al igual que su “amigo personal” como él lo describe, Hugo Chávez de Venezuela, ahora Correa públicamente insulta al clero católico. La Iglesia, dice, quiere mantener a los ecuatorianos en “la oscuridad”. Correa incluso acusa a los obispos de “apuñalarlo por la espalda” por cuestionar su proyecto de Constitución. (Por cierto, Correa también se mofa [ridiculiza, burla] de la prensa ecuatoriana como “un grupo de bestias salvajes.”) Su lengüage fue tan extremo que el Consejo Ecuatoriano de Laicos Católicos [CELCA] emitió un comunicado público pidiendo al presidente bajar el tono de su retórica.

La cólera de Correa puede haber sido provocada luego de que él admitiera en una entrevista radial que su gobierno pagó a dos españoles socialistas, asociados a un tanque de pensamiento [think tank] de izquierda hiper-secularista español, para ayudar a redactar el proyecto de Constitución. Nadie debería sorprenderse por esto. Después de todo, Correa llama a la dictadura comunista de Cuba “democracia.”

Aún más siniestro es la aparición de una ola coordinada de hostigamiento a la Iglesia. Se han hecho amenazas de muerte contra el Arzobispo de Guayaquil Antonio Arregui, y se realizan esfuerzos para presentar cargos criminales en su contra. Las críticas de los Arzobispos a la nueva Constitución, se alega, violan la obligación legal del Clero consagrado en el Acuerdo de 1937 entre el Ecuador y el Vaticano de abstenerse de políticas partidistas. Sin embargo, los Obispos hacen notar, que el mismo acuerdo explícitamente reconoce la libertad del Clero para defender públicamente la doctrina y moralidad cristiana.

A lo largo del Ecuador, los anuncios de televisión están regularmente transmitiendo ataques a los Obispos Católicos y al Clero por cuestionar el proyecto de Constitución. Las Iglesias han sido profanadas y profanada la Eucaristía.

¿Suena familiar? Debería serlo. Es una réplica de la campaña de intimidación emprendida por Chávez contra la Iglesia Católica en Venezuela. Una vez más, la izquierda populista de América Latina ha demostrado que entiende que dos libertades deben ser radicalmente cortadas antes de que se pueda poner en práctica el «socialismo del siglo 21» (lo que sea que esto signifique): libertad religiosa y libertad económica.

¿Podría haber un recordatorio más oportuno de que toda la libertad es en última instancia indivisible?