Las dos izquierdas

Ante el avance de las tendencias de izquierda en Latinoamérica, es indispensable hacer una distinción.  No es lo mismo el modelo totalitario de Fidel Castro, la protodictadura asfixiante de emprendimientos y libertades de Hugo Chávez y el milenarismo indigenista de Evo Morales (y su discípulo Ollanta Humala del Perú) que la izquierda moderada o modernizada de un Ricardo Lagos (ahora Michelle Bachelet) en Chile con su superavit fiscal y media docena de TLC’s firmados con varios países (sí, con EEUU también), Lula da Silva (con sus programas sociales que no opacan su austeridad fiscal, pago puntual de la deuda externa y habilitación del empresarialismo internacional en su territorio), Tabaré Vasquez en Uruguay buscando un TLC con los EEUU y rompiendo el monolitismo del proteccionista Mercorsur (una especie de Unión Europea del sur, a fin de cuentas) mediante un ya tradicional liberalismo local en temas puntuales.

Es la misma diferencia que existe entre Rafael Correa y León Roldós.  El primero es un populista económico, un keynesiano de cepa, un teólogo de la liberación, un apologeta de la lucha de clases y un ícono de la inseguridad ecuatoriana (del "No se puede").  El segundo, alguien que apuesta a modernizar el Estado ecuatoriano y podría hacer un bien relativo al país en temas muy puntuales.  El primero nos llevaría al eje La Habana-Caracas sin pensarlo dos veces (se apoya tácticamente en el PSOE de Rodriguez Zapatero, un amigo de los tiranos latinoamericanos y de Medio Oriente), y el segundo simplemente nos ofrecería más de esta economía mixta, con refórmas cosméticas, mayor politización y cierto saneamiento administrativo.  A Roldós se pliega una serie de tendencias que navegan sin rumbo, apostándole a un centrismo que no haga olas (su propio Partido Socialista no sabe si darle apoyo) pero que tampoco acometerá las grandes tareas nacionales pendientes que nos lleven a un capitalismo popular e incluyente.  Correa plantea frontalmente un rumbo dañino, Roldós es una promesa a medias.  Nuestra izquierda definitivamente dista de la izquierda liberal chilena, comprometida a mantener (en nuestro país el término sería generar o habilitar) una economía de mercado, con un grado de redistribución (ilegítima por supuesto, e ineficaz, pero que distingue a su corriente) que al menos no la entorpezca.  La nuestra es agresiva para llevar el Ecuador hacia el neosocialismo -Correa- del cual habría que pensar rápidamente en emigrar o bien pasiva y timorata frente a las corrientes del mundo -Roldós- y seguir paulatinamente emigrando (ver en contraste la China Comunista y su privatización de 160.000 empresas públicas en el 2004 solamente), para generar una sociedad de empresa y no de política, asambleocracia y más de lo mismo.  ¿Hasta cuándo, Padre Almeida?